miércoles, 11 de abril de 2001

PRISA

La angustia de la prisa su sirena
frenética pregona acelerada,
y vuela tan veloz como si nada
le atara el peso al suelo (aunque va llena).

Doncella sin pudor, se desmelena
si lo exige el guión, despreocupada.
¡Allá va la prisa obnubilada!
¡Así corre tropezando en su cadena!

Pues traman contra mí volverme loco,
me asquean todos sus adoradores.
No piensa ni respira en su sofoco,

me canso de mirarla en sus temblores.
El tiempo que no está me sabe a poco.
¡Que ya no me calienten sus calores!