El humo de la tarde pinta canas
de plata en la mañana de mi vida
y nubla imperceptible la salida
de un túnel que se alarga con mis ganas.
Son nuestras con su aire las mañanas
y nuestras con su pena y con su herida.
Son tuyas y son mías cuando anida
en ellas mi cariño y cuando me amas.
Por tí soy un REGALO y la delicia
inquieta de otros mil. No es una broma.
Cada día soy un libro que se inicia.
Cada día un soneto que se asoma
al borde de tu alma. Una caricia
que siembra la mitad de lo que toma.