jueves, 1 de enero de 1998

EN LA DERROTA

Ya no siento dolor en mi derrota
pues eres en mis ojos sueños suaves
colmados de milagros, y no sabes
que estás viviendo en mí una vida ignota.

Ya no lloro por tí mi escuadra rota
ni lamento el naufragio de las naves.
Yo sé que acabaré donde tú acabes,
cazadora, mi vuelo de gaviota.

Si supieras que espero tu llegada
y quisieras saber cómo la espero...
Yo cantara. Alegre yo cantara.

Mas si nunca amanece lo que quiero,
si no llega tu luz... ¡no pasa nada!
Querré lo que Dios quiera. Soy sincero.