miércoles, 11 de abril de 2001

NAVARRA

Andábamos, Señor, el buen camino.
Vivíamos, Señor, en la pobreza
y no nos arredraban la pereza
ni el ansia turbadora del vecino.

Pusimos el futuro en tu destino
cual gente sana  y noble. Y la cabeza
del rey se coronó con entereza
en un pequeño reino campesino.

Pero fuimos tentados con malicia
quisimos ser más grandes, ser más dueños
y cambiamos la fe por la codicia.

¿Quién sabe dónde duermen nuestros sueños?
Desde que rompió el saco la avaricia
ya no somos ni grandes... ni pequeños.