domingo, 25 de marzo de 2001

ARTE

Mirando aquellas rocas esculpidas
atisbo en la penumbra unos talleres
que fueron y no son. Y unas mujeres
de carne y de misterio que atrevidas

quisieron ser estatuas, convertidas
en piedra que eterniza los quereres.
El tiempo y la humedad ¡cuántos placeres
leyeron de las páginas vividas!

El arte levantó para los muertos
panteones en las manos de los vivos.
Hoy pulen y corrigen sus conciertos

las manchas de lamentos redivivos.
Los líquenes del tiempo experimentos
son de aleves discípulos furtivos.