sábado, 30 de noviembre de 2002

37. Tus cosas...

 TUS COSAS...


Si tuviera presente cada día

-espinas de la rosa- la memoria

de sueños pedregosos y la escoria

que resta en el crisol no sentiría 

ésta gana de ser -como el vigía

que espera en lo más alto de la noria-

un lienzo que pinta de la historia

solamente colores de alegría.


Pero nada he dejado en Tu camino.

No hay lastre que me grave: ya no hay rosas;

no hay piedras; no hay escoria; no hay destino;

ni sueño, ni crisol... sólo hay hermosas

tareas que cumplir, y un peregrino

que vive en sus asuntos... y en tus cosas.